LA SALA DE REDACCIÓN GLOBAL QUE SUPERÓ LAS BARRERAS TECNOLÓGICAS Y LA CENSURA

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Marina Walker, periodista que lideró el proyecto Panama Papers, contó los desafíos que enfrentaron los periodistas en diversos continentes para rastrear información y publicar sus investigaciones

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Marina Walker, vicedirectora del ICIJ. Foto: Milagros Salazar - Convoca.pe

Por Convoca

En Rusia, los periodistas tuvieron que buscar formas ingeniosas para esquivar a los servicios de Inteligencia que ponen en riesgo las comunicaciones telefónicas. En países de África los reporteros vencieron el limitado acceso a Internet para bucear en los millones de documentos de la firma panameña Mossack Fonseca. En Finlandia, la periodista Minna Knus-Galán de la cadena de radio y televisión YLE, enfrentó las presiones del gobierno que le exigía entregar la información de los clientes que aparecían en los Panama Papers. En Ecuador, los periodistas debieron unirse para romper con “las leyes mordazas” y enfrentar ataques del propio presidente del país. En Venezuela, la periodista Ahiana Figueroa fue despedida del Grupo Últimas Noticias cuatro días después de la publicación de un reportaje sobre el exbaquero Gonzalo Tirado que aparecía entre los documentos de la firma panameña. En Argentina, los periodistas del diario La Nación que participaban en este esfuerzo global, descubrieron que uno de los directivos aparecía en los Papeles de Panamá y había que batallar al interior del medio para finalmente publicar el hallazgo. Cada equipo que participó en Panama Papers vivió sus propios desafíos de acuerdo al contexto de su país y del medio al que pertenecía. Sin embargo, todos apostaron porque prevalezca el periodismo y que las barreras tecnológicas, las presiones políticas y los intentos de censura no impidan echar luces en el mundo oscuro de los paraísos fiscales y de las empresas de papel.

“Había que conocer qué desafío tenía cada periodista en cada país para sacar adelante la investigación”, relata a Convoca Marina Walker, la vicedirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), que asumió la coordinación del proyecto con cerca de 400 periodistas de 76 países y, con ello, el compromiso de acompañarlos a lo largo del proceso de la investigación que terminó revelando las operaciones y sociedades offshore que beneficiaron los negocios de políticos, empresarios y personas vinculadas a actividades ilícitas.

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Los periodistas han mostrado enorme coraje y que tienen valores porque a varios les tocó la situación incómoda de que sus propios jefes estuvieran involucrados en la investigación.
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Para este proyecto, la Unidad de Investigación y de Datos del ICIJ desarrolló diversas plataformas y utilizó herramientas de seguridad para proteger los 11.5 millones de archivos que filtró la fuente anónima Jhon Doe a los periodistas del diario alemán Süddeutsche Zeitung. “Tuvimos que reforzar nuestros propios servidores y sistemas para sostener no solamente la gran data sino los sistemas online de búsqueda para los periodistas”, describe Marina Walker. “Teníamos que ser creativos y atender la necesidad y realidad de cada uno”, cuenta Marina. En Rusia, por ejemplo, “hay periodistas que no tienen teléfonos celulares porque aparentemente son muy fáciles de ser hackeados por los servicios de Inteligencia. Pero era necesario que los tuvieran para que accedan a la doble autenticación de Google que les permitía ingresar a la plataforma de los documentos. Lo que hicimos fue comprar los teléfonos inteligentes más baratos, casi descartables, para que ellos pudieran acceder a la base de datos de modo offline”, explica.

Las presiones

La censura fue otro escenario que enfrentaron los periodistas que participaron en Panama Papers.

En Ecuador, el Consorcio ayudó a los periodistas a publicar sus historias en coordinación con medios de Holanda para “no quebrar las leyes mordazas muy fuertes que allí existen”. Marina Walker destaca el apoyo brindado por los medios latinoamericanos a sus compañeros en Ecuador cuando estos “eran presionados por su propio presidente en Twitter” o cuando la periodista venezolana Ahiana Figueroa fue despedida del Grupo Últimas Noticias (GUN) cuatro días después de publicar un reportaje sobre el exbanquero Gonzalo Tirado.

Cuando el dueño de un medio de comunicación aparecía en los Panama Papers y sus periodistas debían investigarlo, también había que enfrentar duras batallas. “Los periodistas han mostrado enorme coraje y que tienen valores porque a varios les tocó la situación incómoda de que sus propios jefes estuvieran involucrados en la investigación. Y lo que decidieron hacer fue tratar a los dueños de los medios exactamente como tratarías a un político o un empresario para que haga sus descargos y publicar luego la historia”, reflexiona la vicedirectora del ICIJ.

Un reciente caso es el que enfrentan los periodistas de El Confidencial de España. El Grupo Prisa, compañía editora del diario El País interpuso ante los juzgados de lo mercantil una demanda contra Titania Compañía Editorial que produce El Confidencial por supuestos actos de competencia desleal al informar sobre Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del Grupo Prisa, y su relación con los Panama Papers. Los abogados de Cebrián aseguran que las revelaciones de El Confidencial ha generado “daños patrimoniales y morales por un importe cercano a los 8.2 millones de euros” (ver aquí).

Al otro lado de las decisiones editoriales difíciles y las presiones, Panama Papers permitió que periodistas en Venezuela crearan una plataforma digital para reunir las investigaciones de diferentes medios de ese país sobre las conexiones offshore de la firma Mossack Fonseca. “Lo que me gustó fue que por unirse y por colaborar juntos, no dejaron de competir. Rompieron el mito de que trabajar colaborativamente puede significar perder nuestra identidad como medio o dejar de competir puede atentar contra la pluralidad que es necesaria para la democracia. Los periodistas venezolanos dieron cátedra a todos aunque al principio no haya sido fácil”, apunta Marina Walker.

SOS informático

Panama Paper exigió al Consorcio contratar a nuevos profesionales para entender y potenciar los hallazgos de la investigación. A los 13 miembros permanentes que integran el ICIJ, se sumaron especialistas en seguridad informática, periodistas y analistas de datos que hicieron que el equipo crezca a más de 20 personas. Walker considera que la contribución de profesionales de diferentes disciplinas en las historias “es tan esencial como el reporterismo que hacemos”.

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Este tipo de investigaciones globales son muy igualitarias. No hay jerarquías. No hay un medio grande sobre un medio chico. No hay privilegiados.
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En simultáneo al trabajo de investigación, el ICIJ estableció diversos protocolos conforme se presentaban los desafíos. Walker cuenta que tras el lanzamiento global de Panama Papers en abril de 2016, el enlace de una de las plataformas de ICIJ fue mostrada por una televisora y algunos usuarios empezaron a compartirlo en redes sociales para acceder a la base de datos. “Inmediatamente cambiamos el url y luego les pedimos a los periodistas que se creen una clave PGP para cifras los mensajes. Teníamos una responsabilidad de proteger los datos. Esa información es muy sensible y si llega a manos equivocadas o criminales puede ocasionar mucho daño”, enfatiza luego de reconocer el esfuerzo que hicieron muchos periodistas por adecuarse a las medidas de seguridad. Las plataformas donde estaban alojados los archivos recibieron varios ataques pero por fortuna no lograron vulnerar los sistemas de protección.

Los grandes medios y los independientes

“Este tipo de investigaciones globales son muy igualitarias. No hay jerarquías. No hay un medio grande sobre un medio chico. No hay privilegiados”, reflexiona Marina Walker sobre el trabajo compartido entre medios grandes como BBC o The Guardian y medios digitales conformados por equipos pequeños. A diferencia de los diarios de Europa, en América Latina predominaron los medios independientes liderados por periodistas que han creado sus propios espacios “y que están marcando el camino de la investigación periodística en este continente”, resalta.

Marina Walker resume la experiencia de liderar Panama Papers de la siguiente manera: “Me volvió a enamorar de la profesión como un servicio público más allá de nuestras individualidades, más allá de nuestros intereses para descubrir algo que puede ayudar a muchas personas. Y también el regalo de transformar el periodismo un poquito. Estoy súper agradecida de haber estado en el momento y lugar adecuado para poder asumir el desafío”.

Panama Papers rompió con los paradigmas de la primicia y la competencia para promover la colaboración. A varios nos hizo salir de nuestras cuevas.